Recorridos

Joaquín Fargas imagina a una serie de personas que se encuentran en las proximidades del Centro Cultural Recoleta. Para dar cuenta de esas coincidencias, construye una maqueta electrónica a partir de un plano de las mediaciones, que se proyecta sobre una superficie corpórea ubicada en el piso de la sala. Allí aparecen señalizados, con coordenadas precisas, los sitios de los encuentros. El visitante podrá oírlos si se ubica en un lugar estratégico, bajo campanas que concentran el sonido sobre su cabeza. Más aun: siguiendo un código podrá llegar físicamente a los espacios marcados, o por medio de un programa de realidad aumentada, podrá hacer aparecer escenas de aquellos en su teléfono celular.

Estas escenas introducen un aspecto de lo cotidiano en la maquinaria tecnológica, incorporan personajes, situaciones, conflictos habituales, momentos extraordinarios, rutina. Son una suerte de contrapunto del programa que da vida a la instalación de su lógica matemática. pero también son un componente que despliega un aire de identidad barrial.

El artista crea un modelo fragmentado y en pequeña escala de los alrededores del espacio expositivo que no ofrece la información suficiente como para devenir en un todo con sentido, y por lo tanto, induce la complicidad del espectador. Impulsa su participación activa, ya sea a través de la escucha, del recorrido urbano o de la puesta en marcha de la teatralidad virtual. Al mismo tiempo juega al demiurgo y se pregunta, quizás, si el conjunto de los encuentros formula una suerte de dibujo o plan, si desde la mirada cenital se podría distinguir un diseño, una forma, y no una serie de casualidades azarosas. Esta pregunta también esta trasladada al observador, que deberá corroborarla o no prestando atención a la sucesión de los puntos luminosos.

Es interesante notar el modo en que Fargas rompe con la linealidad temporal y la cantidad de tiempos que despliega en su obra. En principio, hay una temporalidad del visitante de la muestra, que la recorre como un flaneur. Si éste atiende a la señalización, se detiene, y se transforma en escucha, aparecerá otro tiempo: el de la ficción. Percibirá entonces, en forma aleatoria, diversos diálogos y situaciones que se destacan en el plano con puntos rojos. Esto significa que se ha dado un encuentro, o tal vez un desencuentro. Luego, la posibilidad de hacerlo aparecer mediante la tecnología crea otra línea temporal: la de un pasado que se hace presente. Todo en clave ficcional y virtual, como puro artefacto.

Hay otras preguntas que atraviesan igualmente las elucubraciones del artista: ¿Puede la ciencia llevar al terreno de lo exacto algo que depende de infinitas variables, un hecho que es el resultado de la incidencia de múltiples instancias en el universo?.

Estos son los procesos estocásticos, de los que se desprenden problemas como la predicción, la probabilidad y la conjetura. Teorías de la complejidad que se agudizan día a día con el fin de poder predecir algunas cosas. ¿Somos arquitectos de nuestro propio destino o simplemente autómatas tratando de cumplir las órdenes (o mandatos) que la naturaleza nos impone?

Graciela Taquini y Rodrigo Alonso – Curadores de la muestra

Joaquín Fargas